sábado, 20 de diciembre de 2014

No te quedes con el “nido vacío”

Cuando los hijos se van de casa, queda una inevitable sensación de tristeza y soledad. Por eso, estar conscientes de que algún día pasará y tener proyectos propios, es fundamental para evitar una depresión

Artículo publicado en la revista Mía del diario La Estrella de Panamá (www.ma.com.pa)

POR MARICARMEN CERVELLI N.
@cervelli7

Laura renunció a su trabajo y decidió dedicarse por completo al proyecto familiar. Al pasar los años, Alejandra, su hija mayor, consiguió una beca para estudiar en otro país; mientras que Esteban, su hijo menor, decidió irse temprano de casa para desarrollar su carrera como deportista profesional. Cuando Alejandra y Esteban se marcharon, Laura comenzó a sentirse muy sola y vacía, no se hallaba en su nueva situación y sólo quería estar con sus hijos. Inevitablemente comenzó a sufrir el “Síndrome del nido vacío”.

Foto: Pixabay.com


Este síndrome puede durar de seis a nueve meses, y se produce en algunos padres cuando sus hijos dejan de vivir con ellos, convirtiéndose en una etapa de adaptación e incluso de duelo.

Tristeza, soledad, aburrimiento, problemas de sueño, recuerdos constantes de los hijos, ansiedad, miedo, rabia, vacío, soledad, angustia, llanto fácil, sensación de pérdida del sentido de la vida, somatización de enfermedades y desmotivación son algunos síntomas. “Los cinco primeros son esperados como respuesta adaptativa por unos meses; cuando se mantienen por más de un año debe buscarse ayuda profesional”, advierte la psicóloga clínica María José Sánchez-Maroto.

De acuerdo con la especialista, la ausencia de los hijos supone cambios importantes en la dinámica de vida y actividades cotidianas de los padres. Los encuentros con los hijos se vuelven esporádicos y se producen transformaciones importantes, especialmente en madres que se dedicaron enteramente a su crianza y cuidado, y dejaron de lado todos sus proyectos personales.

“Mucho del proceso evolutivo de este síndrome va a depender de cómo la persona esté capacitada o preparada para asumir una vida propia con motivación y retos personales que no impliquen el cuidado de hijos y/o representados”, afirma la psicóloga.

Preparados para la partida

Aunque la separación pueda generar gran tristeza en ambas partes, es necesario prepararse desde que los hijos están pequeños. Está bien que por un tiempo decidas dedicarte a ellos exclusivamente, pero no abandones tu vida para siempre.

René Morales, profesor de la Universidad de La Salle Bajío en México, escribió en la revista educativa “Afectos”, que hay que educar a los hijos en la libertad y autosuficiencia desde muy temprano, explotar al máximo los momentos de calidad con ellos sin atosigarlos, y una vez que se vayan, sentir la satisfacción de que les va a ir bien, que serán capaces de interactuar con otros con normalidad, podrán resolver problemas solos y valorarán más a su familia.

Cuando tu hijo tome la decisión de irse, no lo sobreprotejas, acompáñalo en su proceso y permítele que tome sus propias decisiones; y nunca consideres su partida como un abandono (ni tampoco se lo digas), recuerda que esto forma parte de un proceso natural de la vida.

¿Y después qué?

Debes tener claro que este momento llegará y que implica una transformación que da paso a nuevas dinámicas. “Es muy importante que estemos con la posibilidad de una vida propia, con objetivos, tareas, motivaciones, intereses personales e individuales más allá de ser padres y/o cuidadores”, dice Sánchez-Maroto.

Hablar con tu pareja sobre cómo te sientes es una buena terapia; así como también retomar esas actividades que abandonaste o emprender otras nuevas, intenta hacer ejercicio, salir con amigos y ¿por qué no? quedarte en casa disfrutando tu vida en pareja.

Aprende a usar las nuevas tecnologías para que puedas hablar frecuentemente con tus hijos aunque estén muy lejos, afirman la psicoterapeuta Christine Webber y el especialista en planificación familiar, David Delvin. Los expertos aconsejan no decirle a tu hijo lo mal que te sientes por su ausencia, ni pedirle que regrese; esto solo creará malestar. Pero sobre todo antes de que tus hijos se vayan, haz una lista de todo aquello que dejaste de hacer y deseas hacer sin ellos y te sorprenderás de los resultados.















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