martes, 6 de mayo de 2008

De la obesidad ovárica y otros menesteres
Parte I

Todo comenzó aquel día en el que decidí hacerme las tetas… Antes, mucho antes, esa opción era para mí algo así como una ilusión óptica, no, más bien era como algo improbable, algo irrealizable, no porque no pudiese, sino porque tenía la negación de ser una más del montón y desfilar a la par de grandes cantidades de mujeres que hacían fila en el cirujano para cambiar sus estilos de vida.

Tenía un novio que decía (y creo que eso lo vio en un programa de Discovery Channel) que los hombres preferían a las mujeres que tenían grandes senos debido a su naturaleza como cazador y que la lactancia materna producía en el bebé el deseo de seguir disfrutando de un órgano delicioso a la vista, al tacto y al gusto después de grandecito. ¡Bah! Estupideces, decía yo. En un grito desesperado por defender a las mujeres sintéticas (por aquello de que no tienen tetas, no en el sentido literal de la palabra), le repetía una y otra vez que por nada del mundo me pondría par de prótesis… Y el tiempo pasó, y sin darme cuenta comencé a cambiar mi visión de las cosas, estaba bajando de peso con facilidad y la verdad era que tenía par de pezones pegados al pecho.

“Creo que es hora de aumentar el volumen de mis senos”, pensé… “No mucho, un poquito nada más”. Y así, como accedí a abrirme una cuenta en el terrible facebook después de tanta negación, también accedí con el tiempo a someterme al bisturí, es decir, como toda mujer que habla para atrás y para adelante, renuncié a mis principios y me metí en la cola del cirujano plástico.

Y de repente, cuando al fin dije que si, cuando decidí cambiar, o sea, cuando decidí hacerme las tetas, consulté a un médico muy extraño. Tenía la vitalidad de Osmel Sousa y la certeza de Mayte Delgado… mirándome de arriba abajo y en medio de una reunión familiar en la que un buen número de ojos femeninos me miraban fijamente, me dijo:

- Lo siento, pero yo no te puedo operar. Así como estás, no. Yo te aconsejaría que bajes unos 5 kilos, porque de la cintura para arriba te ves muy bien, estás muy flaca, pero de la cintura para abajo… Tienes obesidad ovárica- dijo sin miramientos.
- Obesidad ¿qué??????- respondí inmediatamente
- Obesidad Ovárica-repitió- es un tipo de obesidad que se da en mujeres que toman la píldora ¿tu tomas la píldora?-me interrogó.
- Si- respondí ya sin ganas.
- Pues es eso. Te aconsejo que bajes un poco de peso o si no, puedes hacerte una lipoescultura.
- ¿What???????????? ¿Una lipoescultura? – Dios, qué locura- pensé

Salí de ahí deprimida, no podía creerlo. Era una mujer de 1.55 m. de estatura y pesaba algo así como 54 kilos, creo que no estaba tan gorda y ¡me mandaban a bajar de peso porque tenía OBESIDAD ovárica!

Mis ganas de operarme se desganaron, mientras que mi novio me decía:
-Tranquila, yo te quiero así como eres (o sea, me dijo GORDAAAA una vez más)

El temita se convirtió en el chiste de mi lugar de trabajo, de mi casa, de los lugares que frecuento. Siempre pensé que esto era para escribirlo… Todavía no comprendo muy bien qué quiere decir obesidad ovárica, bueno, un buen amigo me mandó la siguiente definición:

“Obesidad ovárica: se observa en el síndrome de Stein-Leventhal que se caracteriza por oligoamenorrea o amenorrea, hirsutismo y aumento progresivo de peso. La causa de la alteración endocrinológica del ovario es compleja y no del todo conocida y con frecuencia existe también una hiperfunción adrenal”.
Todavía estoy tratando de entenderlo… y no me he operado las tetas... aunque mis principios los mandé al diablo

Ahí se los dejo…

1 comentario:

RODOLFOLINARES dijo...

MARICARMENCITA!!! ESTA SUPER BUENO TU HISTORIA DE LAS LOLITAS, JEJE... ME GUSTO FULL Y ME REI EN CADA LINEA QUE LEIA, ESPERO LEER MAS. UN BESOTE

RODOLFO LINARES