miércoles, 31 de octubre de 2007

Cerebros en fuga, realidad latente


MARICARMEN CERVELLI

“Para Venezuela el problema de la huída de sus jóvenes es como una enfermedad silenciosa. Nadie lo percibe pero a diario hemos salido dejando todo atrás y el país pierde la inversión que hizo en nosotros educándonos y formándonos. Las consecuencias se verán en el futuro”. Estas son las palabras de Santiago (nombre ficticio) quien hace un año decidió emigrar a Francia en la búsqueda de una mejor calidad de vida.

La fuga de cerebros es la emigración de una proporción importante de la población profesional altamente calificada y capacitada de un país, a otros países que ofrecen mayores oportunidades económicas y sociales. El fenómeno de las migraciones no es nada nuevo, pero actualmente se está convirtiendo en un problema al que hay que prestarle mucha atención. Este tema trae a colación dos grandes consideraciones, por un lado la fuga de cerebros va produciendo poco a poco un aislamiento de los países pobres o en vías de desarrollo del crecimiento, la calidad y la productividad puesto que no cuentan con recurso humano calificado ni la infraestructura política, económica y social adecuada para que este recurso pueda desempeñar sus funciones profesionales dignamente. Por otro lado, las migraciones producen remesas, dinero que recibe el país de origen cuando alguien decide irse, cuestión que para algunas naciones es muy positivo.

Según el informe “Migración internacional, remesas y la fuga de cerebros” publicado por el Banco Mundial en el 2005, “Ocho de cada diez haitianos y jamaiquinos con títulos universitarios viven fuera de sus países, más del 50% de los profesionales universitarios de muchos países de América Central y del Caribe también viven en el extranjero y sólo en África, el 30% de los egresados universitarios vive fuera del continente”. Estados Unidos, Canadá, La Unión Europea y Australia; se han convertido en importantes polos de atracción para los jóvenes profesionales que toman en cuenta elementos como el idioma, la cultura, la situación económica de estos países y las oportunidades que ofrecen.

Venezuela es un caso particular, pues durante buena parte del siglo XX fue un país receptor de inmigrantes. Pero la situación se ha venido revirtiendo en los últimos años. Una gran cantidad de personas, entre ellos, jóvenes profesionales han emigrado a otros países en la búsqueda de mejores oportunidades de estudio y trabajo, escapando de la inseguridad, la incertidumbre política y económica; y para muchos la falta de un futuro promisorio.

Los que se van

Según el portal http://www.mequieroir.com/, “quienes se están yendo responden a una crisis estructural. Pertenecen, en su mayoría, a una parte de la población que tiene las posibilidades de salir y tiene los recursos, no sólo monetarios sino de preparación, habilidades y destrezas (…) las actividades académicas y el ejercicio profesional son las principales garantías de la obtención de permisos para permanecer residenciado en los países industrializados, por lo que estudios de pre y postgrado y la obtención de una contratación formal en compañías locales son las principales actividades de los jóvenes latinoamericanos profesionales y emprendedores que están haciendo su vida en el extranjero”.

Esto no es siempre así, puesto que un importante número de inmigrantes procedentes de Centroamérica, el Caribe y África emigran a países desarrollados porque en su país de origen viven en condiciones paupérrimas y de pobreza, lo que plantea más que una fuga de cerebro, una fuga de recurso humano que muchas veces no vive en el extranjero en condiciones óptimas sino que están subempleados, ilegales y algunas veces, discriminados. Algunos con tal de permanecer en el país seleccionado, aceptan realizar trabajos y oficios que tal vez no harían en su nación de origen.

En el caso deportivo, la mayoría de las veces la emigración no es voluntaria. Los jugadores de béisbol, por ejemplo, al ser contratados por un equipo extranjero, esencialmente norteamericano, son trasladados generalmente a República Dominicana en un periodo de entrenamiento y luego los llevan a Estados Unidos a desempeñar su carrera deportiva en condiciones dignas de vida y con un nivel de exigencia sin precedentes. Se podría decir que prácticamente son jóvenes que se preparan deportivamente en su país de origen para luego desempeñarse en otros, lo que implica indudablemente una fuga de recurso humano que es vital para el país. Sin embargo, este panorama no es del todo desalentador, puesto que muchos de esos deportistas regresan para jugar en su tierra de origen, trayendo consigo todo lo aprendido de afuera.

Otros profesionales logran consagrarse en el extranjero con posiciones y status sin precedentes y no regresan en mucho tiempo.

Las razones, los testimonios

Las razones del por qué se van los jóvenes son muy claras: el desempleo y los problemas económicos de su país de origen, la inseguridad y la incertidumbre política.
En el caso de Venezuela, la inseguridad y la situación política son las principales causas. Cuatro profesionales de distintas áreas que están fuera del país, cuentan sus experiencias.

“Venezuela es un país donde el que tiene dinero, no puede disfrutarlo por miedo a que lo roben, y el que no lo tiene, vive luchando cada día contra la terrible inflación (…) aquí es posible ser independiente, allá, un sueño, una utopía”.

Luis Gerardo Cantero, estudiante de Periodismo en La Universidad Complutense de Madrid


“Emigré dada la situación económica y política del país. La inseguridad jurídica, al igual que la inseguridad personal, la anarquía. Por la falta de respuesta a cualquier problema por más pequeño que sea”

Alexandra Paquín, Abogada residida en Francia


“El gobierno actual plantea un proyecto político adverso a cualquier ideal de crecimiento económico e intelectual honesto e interesante, el sueldo del profesor universitario es muy bajo y no permite desarrollarse cabalmente y La inseguridad del país es aterradora”.

Ana María, Docente y estudiante de Doctorado en Filosofía en España

Las razones son más que elocuentes, Caracas es la tercera cuidad más peligrosa de Latinoamérica, después de Sao Paulo y Medellín. Según cifras oficiales, el índice de homicidios aumentó entre 1999 y 2002 en más de 80%. El BID (2001) estima que la violencia en América Latina arroja resultados alarmantes: cada año cerca de 140.000 latinoamericanos son asesinados; 54 familias son robados por minuto y la pérdida de recursos es aproximadamente del 14.2% del PIB. Estas cifras significan que “la violencia, medida por cualquiera de estos indicadores, es cinco veces mas alta en esta región que en el resto del mundo”.

En el Cono Sur las razones son distintas y en Argentina, país con un gran flujo de emigrantes en los últimos años, las causas de la diáspora obedecen más a la crisis económica, la falta de empleos dignos y la situación política. La inseguridad pasa a segundo plano, puesto que esta parte de la región presenta los índices más bajos de violencia.

ONU: “Los ricos se están robando a los pobres”

Según la Organización de Naciones Unidas el continuo flujo de trabajadores y profesionales calificados desde el Sur en desarrollo al Norte industrial es como "el síndrome de Robin Hood al revés”. En 2005, los inmigrantes internacionales constituían unos 191 millones.

No hay duda de que este éxodo de profesionales constituye una fenomenal pérdida para nuestro país: se pierde la inversión que significó formar esa capacidad y la posibilidad de contar con los aportes de esta gente para contribuir al desarrollo nacional. Los países más postergados subsidian la actividad científica y la economía de los países más poderosos del mundo, acrecentando así la brecha de desarrollo.

El doctor Iván de la Vega del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) advierte que este proceso de absorción continúa mermando la capacidad de desarrollo de las regiones periféricas y además acentúa la brecha entre nuestros países y los industrializados. De la Vega sugiere que para disminuir el número de profesionales que emigran al extranjero, es necesario la creación de una mejor infraestructura para la captación de los nuevos talentos, mejores sueldos, mejores condiciones de trabajo, el incentivo a nuevas actividades y funciones, entre otras.

Venezuela ha entregado más de 44 mil becas para estudios en el exterior, cuestión que es muy significativa para los jóvenes que recién se gradúan. Sin embargo, la problemática nacional es más compleja y los profesionales aprovechan esta oportunidad para quedarse afuera. Las instituciones que promueven estas becas, exigen a los estudiantes que una vez culminados sus estudios, regresen a casa para aplicar sus conocimientos en el ámbito nacional. El problema es que aquí no hay grandes empleos para grandes profesionales.

Portales en Internet tales http://www.mequieroir.com/ orienta a todo aquel que quiere salir del país en materia de becas, visado, oportunidades de estudio y trabajo, instituciones de ayuda, turismo y un llamado de atención para que el proceso de partida de los mejores resultados.

Mucha gente que se va con un puesto de trabajo tiene un sueldo digno y acorde con su formación académica, esto le permite enviar a sus familiares dinero para el consumo o el ahorro. El último informe anual del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) señala que el lado positivo de la migración es que cada año millones de mujeres que trabajan en el exterior envían cientos de millones de dólares para mantener a sus familias en sus países de origen. “En 2005, las remesas representaron unos 232.000 millones de dólares. Con 167.000 millones de dólares dirigidos principalmente a naciones pobres, ahora las remesas son considerablemente mayores que la asistencia oficial para el desarrollo de los países ricos”

Entender el fenómeno y conocer la magnitud del mismo

Iván de la Vega sostiene que para corregir la propensión a la emigración de personal calificado, el Estado venezolano, a través de sus instituciones, debe entender primero este fenómeno y conocer la magnitud del mismo, para poder actuar en consecuencia con estrategias, programas e instrumentos que tiendan a revertir este proceso. Un factor que juega en contra de la implantación de cualquier política científica en Venezuela es la limitación actual del Estado y de la sociedad venezolana debido a la coyuntura existente. Esto hace que cualquier medida quede corta y tenga poco impacto.

En 1940, Albert Einstein advirtió que en el futuro "solamente serán exitosos los pueblos que entiendan cómo generar conocimientos y cómo protegerlos; cómo buscar a los jóvenes que tengan la capacidad de hacerlo y asegurarse de que se queden en el país. Las otras naciones se quedarán con litorales hermosos, con iglesias, con minas, con una historia espléndida; pero probablemente no se queden ni con las mismas banderas, ni con las mismas fronteras”.

“Una Venezuela envidiable ¿Es que acaso esto sería posible? no creo que esto sea posible. Por eso me encuentro un poco desesperanzada. Pero si esto fuera posible, creo que Venezuela sería el mejor lugar para vivir” concluye Alexandra Paquin.

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