Los panameños no sonríen mucho, caminan con la cabeza mirando al suelo, son tímidos y creo que sienten una profunda aberración por los extranjeros, especialmente por los colombianos y venezolanos. Ellos piensan que mis paisanos se dedican a clonar tarjetas de crédito y a hacer todo tipo de cosas fraudulentas... que famita la que nos hemos ganado, pero bueno, supongo que con el tiempo, me acostumbraré a su trato odioso e indiferente porque no creo que ellos estén tan dispuestos a acostumbrarse a nosotros.
El domingo, por ejemplo, un venezolano de este edificio fue arrestado por presuntamente haberle propuesto a un empadronadora (porque era día de censo) tener relaciones sexuales. La cosa fue noticia rimbombante, porque vale decir que, gracias a Dios, aquí no pasan las terribles cosas que suceden en mi país. Pero definitivamente, eso empañó aún más nuestra reputación.
La ciudad tiene bonitas calles, lugares coloridos, bonitas casas y sobre todo, grandes y lujosos edificios; todo queda cerca, todo!
Hay un canal de TV que se llama Travel Panamá donde hay una sola conductora para todos los programas y es la misma que hace la publicidad de absolutamente todos los productos, sin importar si son de la misma categoría... Me resulta cómico, por más tramposos que seamos, esas cosas no pueden hacerse en mi país, digamos por ética.
Lo que si hay aquí es seguridad, uno puede caminar tranquilo, hacer ejercicio tranquilo a cualquier hora, rumbear tranquilo y vivir tranquilo. Definitivamente eso vale mucho más, al menos para mi, porque en Venezuela ya el miedo no me dejaba vivir.
Al escribir esta líneas a modo de desahogo y para buscar oficio, creo que en definitiva, y desde mi más humilde opinión, claro está, la clave para que un país funcione es darle a su gente la mejor educación, inculcar valores y principios, no importa de donde seamos. Un país sin educación no echa para adelante...
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