Me despido de ti y me voy…
Artículo para la revista Estética y Salud
No es fácil romper una relación de pareja. Viene un tiempo de soledad, tristeza y desapego de aquello que siempre se hizo entre dos. La parte más complicada es aquella en la que debemos aceptar que todo terminó y eso dependerá de la manera como se haya dado la ruptura y la personalidad de cada uno a la hora de asumirla
Maricarmen Cervelli N.
“Lo peor del amor es cuando pasa,
Cuando al punto final de los finales
no le quedan dos puntos suspensivos…”
Joaquín Sabina
Cuando una relación se termina, la gente entra en una especie de duelo, comienza a darse un proceso en el que la persona siente mucho dolor porque el otro ya no está. Pero todo, generalmente, se da por etapas. Según la Psicóloga Clínica Iliana París, lo primero que sufre una persona que rompe con su pareja es negación, un sentimiento en el que niega la realidad que está viviendo y piensa continuamente en las cosas que puede hacer para cambiar la situación. Si esta persona no tiene fuerza de voluntad, es posible que salga corriendo a buscar a su ex pareja para pedirle que vuelvan o en el peor de los casos, comienzan a darse conductas autodestructivas que sólo complicarán mucho más las cosas.
Sin embargo, una persona psicológicamente sana, atraviesa momentos muy difíciles durante esta etapa pero no sucumbe ante el dolor y pasa a una fase de culpa en la que piensa que no fue suficientemente bueno, que dejó de hacer algunas cosas, que no se esforzó lo suficiente para mantener la relación o que fue intolerante. Es en este momento cuando el duelo comienza a tomar nuevos matices, pues después de la culpa, pasa a sentir rabia. Ya no somos nosotros los responsables de la ruptura, sino el otro, y comienza a producirse un proceso de revisión y evaluación en el que hay nostalgias y tristeza pero mucho más control. Las personas en esta etapa están en la capacidad de comenzar a ver las cosas positivas que ha dejado la relación y los elementos negativos por los cuales se dio la ruptura. Es aquí cuando arranca el periodo de aceptación, mientras tanto, el camino puede ser arduo y va a depender de las condiciones emocionales y psicológicas de cada quien, de cuan apegado están y de las capacidades para soltarse.
“Este es un proceso muy individual que depende de las experiencias previas que se han vivido y del tipo de relación que se ha tenido”, explica París. Sin embargo, hay tiempos estimados, un proceso de duelo dura más o menos un mínimo de tres y un máximo de seis meses en condiciones normales. “El promedio indica que la gente en un periodo de seis meses esté en la fase de aceptación, más tranquilo y más abierto a conocer otro tipo de personas. Cuando se dura más de un año, se habla de que existe un duelo complicado y eso implica que hay otros elementos internos o externos que no le están permitiendo separarse o procesar lo que le está sucediendo”.
Por más difícil que sea, es importante que reconozcas que éste es un periodo de transición en el que vendrán tiempos mejores. La evaluación de lo que sucedió es muy importante para evitar repetir los mismos errores, no se trata de señalar culpables, sino de asumir con responsabilidad la parte que a uno le toca en el desarrollo de la relación, saber qué hiciste mal y aprender de eso sin sentir culpa. Todo este proceso es normal y no eres la única persona que lo está viviendo, muchos han pasado por este tipo de situaciones, por eso, no te reprimas y expresa tu tristeza hasta que ésta se acabe por completo. Quizás ahora no sirva de consuelo, pero como diría la abuela: “Nadie ha muerto por amor”.
Después de todo, vienen tiempos mejores
Vendrán nuevas etapas, reencuentros con viejos amigos y desenvolvimientos en nuevos ambientes. Tendrás más tiempo para emprender esos proyectos que no habías podido realizar, puedes estudiar, aprender un nuevo idioma, hacer ejercicio o un curso de algo que siempre has querido hacer y habías postergado por cualquier razón. Ocúpate de ti mismo y de tus cosas, reencuéntrate, toma aire, atrévete a estar solo en algunos sitios y llénate de ti mismo; emprende un viaje y descubre cosas nuevas, pero no te quedes en casa lamentándote por mucho tiempo, porque la vida no espera.
“Las posibilidades de una rápida recuperación están determinadas por el hecho de que cada quien se vaya para su esquina, elabore todo su proceso y las reacciones bajen, y se acomoden; pues si están constantemente viéndose o llamándose, sin poder desconectarse de sus amigos o de su entorno familiar o sintiendo que no podrán tener una nueva pareja, hay claros signos de que se han quedado enganchados en su relación”, asegura París.
Volver, volver… ¿Volver?
París indica que es factible la reconciliación sólo si cada uno ha pasado por un proceso individual y de transformación interna. Si siguen siendo exactamente los mismos, nada va a cambiar y se van a seguir repitiendo los mismos problemas y patrones de conflicto, pero si pasa un cierto tiempo en el que cada uno vivió otras experiencias y asimiló los errores del pasado, esta pareja podría volver, partiendo de que se pasó la pagina, sin retirar lo anterior pero evitando pasar factura por las situaciones que se dieron en el pasado.
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